miércoles, marzo 14

El velero Tin Tin navega por aguas de la isla de Sumatra

PRÓXIMO
CURSO INTENSIVO DE SEGURIDAD EN 
GIJÓN (ASTURIAS)

A continuación podéis acceder y descargar el programa en este enlace 

PROGRAMA


CURSO NAVEGACIÓN OCEÁNICA AÑO 2018

Como avance para el año 2018, os comunicamos que hemos convocado un curso de NAVEGACIÓN OCEÁNICA de 7 días de duración, organizado por la Escuela de Navegación Sermain, entre Asturias (Gijón) y Francia (La Rochelle) a bordo del catamarán “Gran Bahía II” y que se desarrollará en la segunda quincena del mes de junio 2018. Las 10 plazas disponibles fueron rápidamente cubiertas por alumnos que habían participado previamente con nosotros en otros cursos de navegación. Importante: está abierta una lista de espera para cubrir las posibles bajas en este curso y en su caso formar parte de la siguiente convocatoria. Los interesados serán registrados por riguroso orden de recepción en: velerotintin@gmail.com A continuación podéis acceder al programa de este curso de Navegación Oceánica.

PROGRAMA


79.- SUMATRA: TIERRA DE VOLCANES, TORMENTAS Y CORRIENTES

Esta temporada de navegación 2018 la destinamos a visitar la parte norte de la gran isla de Sumatra (Indonesia) la cual es la sexta isla más grande del mundo con una población de origen malayo, musulmana en un 87% y compuesta de muchas tribus ¡que hablan 52 lenguajes diferentes! Una isla donde existe gran actividad volcánica localizándose sobre una de las placas tectónicas más activas del planeta. 


Después de estar en la Marina de Krabi (Tailandia) varias semanas trabajando en el Tin Tin con labores de mantenimiento y revisiones, zarpamos con los monzones del NE bien establecidos, aunque este año está desarrollándose el fenómeno de la Niña, el cual producirá un mayor índice de lluvias para el sudeste asiático y en contraposición sequía en Sudamérica (con el Niño ocurre exactamente al contrario). Nuestra primera intención era recalar al final de temporada en Malasia, así que posiblemente estábamos atravesando el manglar de la marina de Krabi por última vez.


Volver a navegar ofreciendo al viento la superficie vélica del Tin Tin, fue un placer que hacía tiempo no sentíamos. Un silencio muy especial es el que rodea a una embarcación propulsada solamente por el viento, los sonidos del agua pasando por la obra viva y el de las velas ajustándose al flujo aéreo, forman parte de ese silencio que tanto nos subyuga a los veleristas. 


Estas escasas imágenes en las que podemos vernos a nosotros mismos como un equipo surcando los mares, son de inestimable valor y para ello es necesario cruzarse con algún otro velero conocido y posteriormente intercambiar las imágenes vía correo electrónico. 


Antes de hacer la travesía hacia Sumatra, estuvimos varios días navegando por Tailandia, visitando viejos lugares y fondeando en conocidos parajes. De nuevo una vida especial, de modos especiales, horarios especiales, inquietudes especiales, deseos y aspiraciones especiales, volvía a inundar nuestras vidas cambiando drásticamente las prioridades existenciales. Y es que el mayor “peligro” que tiene una vida como ésta, es el evolucionar a nivel personal y como pareja sin interferencias externas, con la mente abierta y receptiva observando a cada momento el propio sentir del mundo y el sentido más profundo de la vida. 


Cuando se abrió una ventana meteorológica que propiciaba hacer la travesía de forma rápida y confortable, zarpamos hacia el SW en demanda de la isla de We localizada en la parte norte de Sumatra y en cuya capital, Sabang, realizaríamos los trámites de entrada en Indonesia. Hace años, cuando salimos de Australia hacia la isla de Timor, ya habíamos cruzado Indonesia hasta recalar en Singapur, pero en la isla de Sumatra  no habíamos recalado en aquella ocasión. Para llegar a la isla de We teníamos que cruzar el famoso Estrecho de Malaca, conocido históricamente por ser el área de actuación de los legendarios piratas malayos. Afortunadamente, en los tiempos que corren, este área ha quedado libre de tales personajes, aunque sigue habiendo problemas de seguridad en la parte sur, frente a Singapur, sobre todo en relación con las embarcaciones profesionales. 


Por el Estrecho de Malaca pasa anualmente 1/3 del comercio mundial a bordo de grandes embarcaciones mercantes. Y son precisamente estos buques los que mayor peligro ofrecen para embarcaciones pequeñas y lentas como la nuestra. Todo el tráfico que pasa al sur de Singapur y se dirige hacia el oeste, se concentra a pocas millas del extremo norte de Sumatra, concretamente al norte de la isla de We, con el fin de recortar todo lo posible sus rutas oceánicas. En las imágenes obtenidas de nuestro propio AIS (Automatic Identification System), podéis observar los cargueros que éramos capaces de detectar desde nuestra posición (circulito de color rojo) con sus diferentes rutas, unos hacia el este y otros hacia el oeste. A través del AIS, y con tan sólo pinchar sobre cada uno de los triangulitos, nos informa del nombre del barco, dimensiones, origen y puerto de destino, velocidad, carga y lo que es más importante para nosotros: el CPA (Closest Point of Approach) o sea, la distancia mínima que habrá cuando nos crucemos con el barco que corresponda, y el TCPA (Time to Closest Point of Approach) o el tiempo que transcurrirá hasta que se den esas condiciones. 


Después de una travesía bastante tranquila y rápida, ya nos encontrábamos en las proximidades de la isla de We y por lo tanto era preceptivo exhibir la bandera de cortesía del país visitado y debajo de ésta la bandera amarilla que significa que se requiere por parte de las autoridades los trámites necesarios para legalizar nuestra estancia en el país (una vez legales en el país, la bandera amarilla se retira quedando sólo y durante toda la estancia la bandera de cortesía). Una vez en tierra, estos trámites suelen cumplimentarse ante las instituciones de Inmigración, Aduanas, Sanidad y Autoridad Portuaria, cuatro organismos que raramente están juntos o cerca requiriendo en muchas ocasiones todo un día para gestionar convenientemente las decenas de papeles necesarios: formularios, fotocopias, certificados, visas, pagos de tasas, etc.  


En Sabang, con toda la documentación en regla y fijada la fecha de renovación de la visa o su extinción, ya somos libres de movernos por las aguas del país (si es que no hubiera restricciones concretas de navegación para áreas determinadas). La sensación es que a partir de ese momento, ya no eres un ente internacionalizado, autónomo y libre como en la mar abierta, sino que te conviertes en un organismo sujeto a las leyes del país que se visita requiriendo en cada caso la aplicación de diferentes protocolos de comportamiento. En el caso que nos ocupa, Isabel debería ir en todo momento vestida de forma discreta, con los hombros tapados y rodillas cubiertas en señal de respeto al encontrarnos en un país de profundas creencias musulmanas. Para Guillermo no habría ninguna regla especial a excepción de portar pantalones largos ante las autoridades. 


Cada país y cada cultura tiene sus características concretas con sus encantos y desencantos, siempre visto desde nuestra perspectiva europea, nada es criticable ni tampoco se puede enardecer fuera de un contesto diferenciador entre seres humanos que llevan habitando este planeta desde miles de años...a su manera. Una de las cosas que te enseña el viajar por el mundo es a respetar los diferentes valores y costumbres, a darte cuenta que casi todo gira alrededor de un mismo escenario base y que aquello que nos puede chocar hoy en día, hace pocos decenios lo vivíamos, casi idéntico, en nuestra propia tierra y cultura. Una de las cosas que más nos llamó la atención en Sabang, fue la forma tan especial de sus embarcaciones tradicionales y ¡por supuesto! que a miles de kilómetros de distancia algún pescador se sienta admirador del Atlético de Madrid, no deja de sorprender más aún. Estas embarcaciones son extremadamente ligeras portando un motor diésel que carece de puesta en marcha, baterías y reductora. Para arrancar lo hacen a la vieja usanza utilizando una manivela y válvulas de descompresión. Una vez en marcha la hélice gira de manera continua y para detener la marcha deben de detener el motor. Son unos artistas calculando la inercia a la hora de acercarse a cualquier destino u objetivo. Un sistema de propulsión muy sencillo, efectivo y que evita la mayoría de las averías. Esas proas tan lanzadas y altas les posibilitan una protección contra las salpicaduras navegando en ceñida contra el viento y la popa más bien parece un trono que un puesto de gobierno la cual también les posibilita protección de la mar a rumbos portantes. Son embarcaciones muy rápidas contando con una obra muerta excepcionalmente hidrodinámica de semi-planeo. Unas curiosas embarcaciones ligeras que emplean principalmente los pescadores y que a buen seguro son consecuencia de miles de años de experiencia.


En todos los poblados visitados había una mezquita desde la que el imán correspondiente lanzaba a los cuatro vientos (a través de potentes sistemas de megafonía) sus plegarias cantadas ¡cinco veces al día! En las ciudades, cada barrio tiene su templo y normalmente existe uno principal de extraordinaria calidad constructiva realizado con los mejores materiales. Desde el fondeo y a bordo del Tin Tin, hemos escuchado a la vez hasta cinco diferentes mezquitas orando a las horas estipuladas. Ésto no deja de ser, al principio, muy exótico agradeciéndose el estado de la voz, armoniosidad y cuerdas vocales del imán respectivo. Pero lo que no hemos llevado muy bien en todos los casos, es que la primera plegaria del día sea ¡a las 05.00!


Como en todas las culturas y religiones, los templos son edificios extraordinarios, la mayoría con un carácter artístico innegable, construidos muy sólidamente a base de aportaciones económicas privadas, colectivas y/o estatales. Y con ellos contrasta la mayoría de las veces los humildes hogares de la gente normal aunque debemos de reconocer que muchas de estas casas presentan en la actualidad construcciones bastante sólidas, quizás auspiciado por la terrible experiencia vivida por estas gentes durante el tsunami de 2004 que asoló esta parte del país dejando 275.000 muertos (sin contar las personas desaparecidas) entre Indonesia, Tailandia, Malasia, Sri Lanka y la India. Todo el país está plagado de señales de evacuación hacia lugares altos, un servicio de megafonía específico para alertar a la población y en lugares muy llanos han construido edificios muy sólidos y altos con amplias rampas como medio de refugio en el caso de repetirse una catástrofe parecida. 


Hemos podido hablar con muchos indonesios sobre las consecuencias del tsunami de 2004 y todos llegan a la conclusión que la población superviviente que sufrió tan terribles consecuencias sigue al día de hoy profundamente traumatizada. Casi todas las familias perdieron seres queridos cuando no desaparecieron familias enteras y la gente mira con recelo el futuro más cercano sin quitar un ojo de la mar o al menos del altavoz más cercano. En la actualidad hay una explosión de natalidad, es normal que las familias tengan cinco o más hijos, cuestión ésta que no sabemos a ciencia cierta si detrás hay una política activa por parte del gobierno o forma parte de la espontaneidad natural. Sea como fuere y siempre que tenemos ocasión, visitamos las escuelas locales para ver, sentir, palpar el día a día de la población más joven. Y ellos siempre corresponden con un ardoroso saludo de despedida.


En ningún caso hemos sentido rechazo por ser “infieles” o extranjeros, todo lo contrario, hemos recibido gestos continuos de afectividad, cariño y curiosidad tanto de la población más joven como de los adultos. Por la población de Sabang no vimos a ningún otro occidental y la vida transcurre entre las costumbres más arraigadas culturalmente y el modernismo impuesto por los teléfonos móviles e Internet. 


En países donde la tradición se mezcla y se confunde con el fanatismo religioso, son las mujeres las verdaderas víctimas. Los hombres, a excepción de algunas etnias fundamentalistas, visten normalmente y al estilo occidental. Pero las mujeres se ven obligadas a portar diferentes prendas, al menos poco apetecibles para estos climas tan tórridos. No obstante, en lo que llevamos recorrido por Indonesia (tanto la primera vez como ahora) en su inmensa mayoría las mujeres adultas sólo portan el hiyab o el chador. 

Un ejemplo de la diversidad dentro de la uniformidad, la da la siguiente fotografía que es representativa de la realidad de la calle. En ella vemos a tres mujeres en la entrada del Museo del Tsunami en Banda Aceh, dos de ellas visten de manera tradicional, pero la otra porta una camisa entallada, pantalones vaqueros tipo leggins y unas sandalias con una considerable plataforma. Sin duda algo está cambiando y entendemos que las mujeres de estos países aun tienen un gran camino que recorrer.


A partir de Sabang, navegamos hacia el SW visitando varias islas mucho más aisladas y remotas. Una sensación de estar frente a lugares donde el mundo occidental nunca o pocas veces estuvo presente, nos invadía. Cada vez que nos aproximábamos a un fondeo cercano a una pequeña población, los pescadores de la zona abandonaban sus normales actividades de pesca y rápidamente se acercaban a nosotros a bordo de sus tradicionales embarcaciones. Un gesto con la mano y una amplia sonrisa confirmaba su aceptación, nos rodeaban, observaban al Tin Tin, los más jóvenes exclamaban un tímido ¡hello!, los más atrevidos llegaban a acercarse casi peligrosamente, comentaban entre ellos señalando al barco y poco después volvían a sus quehaceres habituales.


Navegando entre islas, las embarcaciones de pesca de mayor porte, arrumbaban hacia el Tin Tin causando una súbita alarma entre nosotros. A pocas esloras cambiaban de rumbo y se ponían paralelos para observarnos, muchas manos en alto en señal de saludo y curiosamente muchos teléfonos móviles sacando fotografías ¡nosotros éramos los exóticos!


Siempre buscando lugares de resguardo a los vientos predominantes y a la mar de fondo, siempre pendientes de largar el hierro sobre un fondo de arena, siempre atentos a quedarnos lo suficientemente lejos de tierra para evitar ser visitados por los mosquitos pero al mismo tiempo lo suficiente cerca para beneficiarnos de la protección orográfica, siempre expectantes ante el nuevo paisaje y paisanaje. 


La exploración del lugar remoto ¿hay algo más estimulante para el viajero? ¿cómo será esa playa? ¿qué características tendrá esa foresta? ¿a que se dedicarán aquellas personas? ¿cómo serán los fondos submarinos? ¿tendrá corales de muchos colores? ¿tendrán fruta para vender en aquel poblado? ¿será un buen lugar de pesca para poder conseguir fácilmente nuestra ración de proteína fresca? ¡creo que estoy viendo un mono sobre un enorme jabalí andando por la playa! ¿aquellos árboles tendrán mangos?


Siempre es una satisfacción conseguir la autosuficiencia, esforzarse y obtener el fruto de tu trabajo en plena naturaleza ¡que lejos están los supermercados, las colas y los aparcamientos! aquí sólo se necesita cierto nivel de destreza, conocimiento del medio y paciencia...después 15 golpes por kilo...


Aunque siempre podemos conseguir alimentos a través de los mercados locales como en el caso que muestra la imagen. El pescado seco es muy tradicional por estas tierras, la falta de sistemas de refrigerado hace que la población recurra al sol como medio de esterilización y desecado y así poder almacenar los alimentos para tiempos de escasez. 


Toda la vida natural y la autosuficiencia es muy bonita y romántica para urbanitas como nosotros pero no exenta de esfuerzo, riesgo y a veces algunas penurias. Por ello cuando se da la oportunidad de sentarse en un restaurante (cuanto más tradicional y auténtico mejor) poder elegir entre decenas de platos de los que no se tiene ni la más mínima idea de su contenido... ¡eso también es una aventura! 


Se cambia de lugar muy fácilmente en ese ansia de inconformidad que nos caracteriza a los occidentales, conscientes hasta cierto punto de que los paraísos tienen una pronta fecha de caducidad para nuestras vidas. En realidad esos lugares pasan a ser auténticos paraísos cuando forman parte de los recuerdos, cuando ya no hay que sufrir las altas temperaturas, los mosquitos o la tormenta que se acerca rápidamente. Mientras lo vives simplemente exploras lo que está a tu alcance sin medir el esfuerzo porque no se sabe lo que existe más allá del horizonte o tras el próximo cabo.


Y cuando se acaba ese periodo de exploración y reconocimiento, se buscan nuevos vientos que nos devuelvan a los lugares conocidos. Ahora todo es agua, las playas y la foresta han quedado atrás evolucionando lentamente al ritmo de las olas y el viento. Por nuestra proa volvemos a encontrarnos con los monstruos de acero y alguno de ellos insiste en cortarnos la ruta, no con el fin de observarnos, sino como consecuencia de su planificada derrota hacia algún puerto comercial donde lo esperan grandes grúas, naviera, agentes, fletes y fletadores. El CPA que podéis observar en la imagen (parte inferior izquierda de la sobre-imagen) corresponde a 0,39 millas (unos 700 metros) una distancia de seguridad más que razonable que hay que vigilar para que, ante una maniobra inesperada, no disminuya drásticamente. El TCPA, o el tiempo en el que se dará el cruce, será de 7 minutos y 27 segundos. No obstante, si este CPA fuera menor de 0,2 de milla saltaría una alarma en nuestro AIS. 


En este otro caso, ya más cercanos a la costa de Malasia, un carguero ha entrado en conflicto con nosotros (pasará a una distancia menor de 0,2 millas) y es así como el sistema lo representa de forma parpadeante en la pantalla a parte de una alarma acústica. 


La travesía de Sumatra hacia Malasia fue muy accidentada meteorológicamente con problemas en el combustible incluidos, tal y como veis en uno de los filtros Racord absolutamente obturado. Mientras se estaban dando estas circunstancias estábamos reportando prácticamente en directo a nuestro blog auxiliar: Las Singladuras del Tin Tin.  Crónicas donde damos todo lujo de detalles y al cual os invitamos a  visitar para que os enteréis de todos los pormenores. A este blog auxiliar reportamos cuando tenemos dificultades para acceder a Internet ya que podemos, gracias al sistema Sailmail, enviar reportajes desde el Tin Tin a través de la emisora de larga distancia onda media/onda corta (SSB/USB) directamente al blog. 



Ya nos encontramos en Malasia, las experiencias buenas y no tan buenas ya quedan atrás y forman parte de un balaje y experiencia personal que nunca deja de crecer y enriquecernos. Sumatra y el Estrecho de Malaca son un difícil área para navegar que exige toda la atención y esfuerzo que seas capaz de dar. La aventura y la exploración necesita de estos dos ingredientes si no se quiere asumir un exceso de riesgos. Por el momento estamos asimilando y clasificando toda la información gráfica que hemos obtenido de la experiencia y que a buen seguro os la mostraremos más adelante y/o durante nuestras conferencias y cursos a nuestra vuelta a España. 


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2 comentarios:

  1. Un pescador indonesio "colchonero"... ¡Lo que hay que ver por esos mundos de Dios, Señor, Señor!. Ojiplático me quedo, jajajajajajajaja

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  2. Si, la verdad es que a mi también me sorprendió, ja, ja, ja. Chiflados los hay por todas partes (con todos mis respetos para los del Atletico). Veo que no perdéis el tiempo. Un abrazo.

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